miércoles, 4 de noviembre de 2015

¡SOS ABEJAS!

Las abejas son insectos sociales. Viven en las colmenas, donde existen tres castas.
Las únicas abejas que normalmente vemos son las obreras. Son hembras que no están desarrolladas sexualmente. Estas abejas buscan alimento (polen y néctar de las flores), construyen la colmena y la protegen.


El trabajo de la abeja reina es sencillo: pone los huevos que constituirán la nueva generación de abejas. Normalmente no hay más que una abeja reina en una colmena. Si muere, las obreras crean una nueva abeja reina alimentando a una de las obreras con una dieta especial, la jalea real. Este elixir hace que la abeja obrera se desarrolle y se convierta en una reina fértil. Las reinas también ponen orden en el trabajo de la colmena desarrollando productos químicos que guían el comportamiento de las demás abejas.
Los zánganos son la tercera casta de las colmenas, y son machos. En cada colmena viven cientos de zánganos durante la primavera y el verano, pero son expulsados en invierno.
Las colmenas han proporcionado a los hombres miel y cera de abeja desde hace mucho tiempo. Este uso comercial ha desarrollado la industria de la apicultura.



La polinización de las flores es vital para nuestra alimentación y para la biodiversidad, es un proceso natural, que permite que se fecunden las flores y den así frutos y semillas, pero las abejas están desapareciendo. 

  • Causas:

Una de las causas de su desaparición es el uso de plaguicidas tóxicos en la llamada agricultura industrial, basada en monocultivos que proporcionan menos disponibilidad y diversidad de alimento para estos insectos, que a su vez produce la pérdida de hábitats. Su solución reside en el cambio del modelo de la agricultura industrial por una agricultura ecológica. 

Otras causas son la proliferación de parásitos, enfermedades, especies vegetales y animales invasoras y por supuesto los impactos del cambio climático

  • El aumento cada vez mayor y significativo de ozono troposférico descompone las fragancias que despiden las flores para atraer a dichos animales polinizadores. 
  • La reducción de la variedad de flores reduce el número de abejas. Por otro lado hay abejas que se adaptan a estos pesticidas y plaguicidas volviéndose 'adictas' al polen que contienen estos productos químicos, como si de una droga se tratase.

Se ha calculado que el valor económico de la labor de polinización de las abejas podría estar entorno a los 2.400 millones de euros anuales en España (recientemente calculado por Greenpeace en su informe "Alimentos bajo amenaza").
El informe "El declive de las abejas" advierte que las poblaciones de abejas disminuyeron en Europa un 25% entre 1985 y 2005.

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) muestra en el informe "UNEP Emerging Issues" que el declive de las abejas está ocurriendo en todo el mundo. Además, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha expresado sus preocupaciones respecto a dos plaguicidas neonicotinoides, puesto que podrían afectar también el desarrollo del sistema nervioso de los seres humanos.


  • Insecticidas neonicotinoides:


Diversos estudios sitúan a una serie de pesticidas, encabezados por los 
neonicotinoides como los principales causantes de dichas desapariciones, pero no fue hasta febrero de 2015 cuando un estudio de las Universidades de St Andrews y Dundee, confirma que los insecticidas neonicotinoides dañan el cerebro de las abejas. Actualmente una serie de normas Europeas prohíben el uso deciertos insecticidas neonicotinoides, concretamente tres de estos insecticidas.



  • Nicotina:

La Nicotina es un alcaloide de la planta del tabaco (Nicotiana tabacum) utilizado como insecticida natural. Es un potente veneno, se usa como insecticidas para invernaderos, siendo tóxico para los mamíferos. Este hecho hizo que se buscara compuestos derivados de la nicotina que retuvieran las propiedades insecticidas de la nicotina pero menos efectos en los mamíferos. De estas investigaciones derivan una serie de insecticidas, los llamados neonicotinoides, que presentan una elevada toxicidad para los insectos y una baja toxicidad para mamíferos.

  • Neonicotinoides:

De la nicotina derivan una familia de insecticidas, los llamados neonicotinoides (de neo-, nuevo, -nicotin-, nicotina y -oide, parecido a) que actúan en el sistema nervioso central de los insectos y, con menor toxicidad, en vertebrados como aves y mamíferos. Los neonicotinoides están entre los insecticidas más utilizados a nivel mundial, pero recientemente el uso de ciertos químicos de esta familia está siendo restringido en países debido a una posible relación con el Colapso de las Colonias de Abejas, en ingles “Colony Collapse Disorder“, o CCD. El desarrollo de esta clase de insecticidas comenzó en la década de los 80 por la empresa Shell y posteriormente en la de los 90 por Bayer.


Insecticidas neonicotinoides derivados de la nicotina



  • Modo de acción de los insecticidas neonicotinoides:


Los insecticidas neonicotinoides, activa el neurotransmisor acetilcolina. Estos receptores están el el sistema nervioso central de los insectos. Cuando se activan estos receptores se produce una estimulación nerviosa pero si los estímulos son mayores llegan a bloquearse dichos receptores, lo que provoca parálisis e incluso la muerte. 
Efecto de los neonicotinoides en abejas

En los mamíferos, los receptores nicotínicos de la acetilcolina se encuentran tanto en el sistema nervioso central como en el periférico, y además la unión entre los insecticidas neonicotinoides y los receptores nicotínicos son menos intensas que en los insectos, por lo que son menos tóxicos para mamíferos que para insectos.

Estudios independientes muestran que mientras que el tiempo de vida media de la fotodegradación de la mayoría de los neonicotinoides es de alrededor de 34 días si se exponen a la luz solar directa pero la degradación puede llegar hasta casi 1400 días en ausencia de la actividad solar, es decir, en el interior del insecto. Y como problema añadido, se cree que los neonicotinoides pueden acumularse en acuíferos.



Las exposiciones de bajo nivel no suelen matar directamente las abejas, pero puede afectar a las habilidades de estos insectos como puede ser la habilidad de alimentarse, aprender las rutas de ida y venida a la colmena. Además los insecticidas neonicotinoides , si no llegan a la cantidad que produce la muerte de la abeja, debilitan el sistema inmune de estas, ya débil de por sí, por lo que son propensas al ataque de diversos virus, bacterias e incluso ácaros.

  • Prohibición de los insecticidas neonicotinoides:


Prohibición de la UE

En respuesta a la creciente preocupación sobre el impacto de los neonicotinoides en las poblaciones de abejas melíferas, la Comisión Europea pidió a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria que estudiara la seguridad de estos insecticidas, llegando a la conclusión que los estudios publicados anteriormente y que estaban patrocinados por la industria eran defectuosos y que los insecticidas neonicotinoides planteaban un riesgo inaceptable para las abejas. En respuesta a este estudio, la Comisión Europea recomendó una moratoria en toda la Unión Europea.
El 29 de abril de 2013, 15 de los 27 estados miembros de la Unión Europea votó a favor de aprobar una prohibición de 2 años en el uso de tres neonicotinoides ( imidacloprid, clothianidina y thiamethoxam) para "tener en cuenta las novedades científicas y técnicas relevantes", ocho países votaron en contra de la prohibición y mientras que cuatro se abstuvieron.

En España la muerte de millones de abejas hizo titulares tras las denuncias de grupos apicultores afectados en Girona en 2013 y Murcia en 2014.

Dow Chemicals ha desarrollado un nuevo insecticida, sulfoxaflor, altamente venenoso, también neurotóxico. A pesar de eso la Comisión Europea autorizó en julio de 2015 el uso de sulfoxaflor. Mientras que en EE.UU. el pasado septiembre, un tribunal de apelaciones de California dio la razón prohibiendo la utilización de sulfoxaflor. 



  • Soluciones:

Si no se producen cambios,  podríamos asistir a un declive irreversible de las poblaciones de insectos polinizadores, lo que implicaría una pérdida de productividad de la gran mayoría de cultivos (en Europa el 84% de 264 cultivos dependen de la polinización por insectos) e incluso la inviabilidad de otros. Esto supondría un incremento del precio de los cultivos que se pudiesen mantener y un cambio en la pirámide alimentaria. Podríamos polinizar a mano algunos cultivos con un interés comercial importante… pero, ¿quién va a polinizar el romero, tomillo, zarzamoras, arándanos y un largo etcétera?

Por tanto es imprescindible aplicar soluciones. El primer paso es
prohibir los productos tóxicos para las abejas actualmente en uso, y hacer que la evaluación de riesgos de los plaguicidas sea mucho más estricta. Por otro lado, deben ponerse en marcha planes integrales de acción para salvar a las abejas. Y la solución definitiva es la adopción de la agricultura ecológica
como única vía para una producción sostenible.

Este cambio lo pueden iniciar los políticos, apostando por un modelo de agricultura ecológica y legislando en consonancia; los agricultores, cambiando sus prácticas de cultivo; y las empresas, desarrollando líneas de productos y técnicas ecológicas. Y, por supuesto, también las personas demandando productos ecológicos.
conseguir un modelo de agricultura que proteja, mantenga y restaure la diversidad de la vida en la Tierra, respete los límites ecológicos y sea socialmente justa.




“Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían 4 años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”. Albert Einstein

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